EL REMANENTE EN EL NUEVO
TESTAMENTO
Isaías después inserta una nota escatológica breve, asegurando a Israel
que Dios no abandonará Su pacto, sino que lo confirmará en la preservación del
remanente. No indica el tiempo o las circunstancias de la preservación
profetizada. Estos tres versículos podrían ser aplicados al retorno del
cautiverio babilónico. No son citados en el Nuevo Testamento, pero el hecho
general de que Dios ha prometido preservar Su pacto con Israel, guardando un
remanente fiel, es la base del argumento de Pablo en Romanos 11. La
restauración que Pablo menciona es escatológica, desde el punto de vista del
Nuevo Testamento. No tomará lugar, dice, “hasta que haya entrado la plenitud de
los gentiles” (Romanos 11:25). He sugerido que la frase, “la plenitud de los
gentiles”, se refiere a la terminación de la iglesia constituida para esta edad
actual, es decir, al rapto de la iglesia verdadera.
“He aquí, yo envío mi mensajero,
el cual preparará el camino delante de mí”. Lo primero que Jehová anunció fue a
venida de alguien denominado “mi mensajero”. En el contexto de Malaquías no se
identifica al individuo señalado, así que el remanente no podría saber con
exactitud a quién se refería. Sin embargo, el Nuevo Testamento no deja dudas en
cuanto a la identificación de él. Mateo (11:10) y Lucas (7:27) citaron este
mismo versículo de Malaquías reconociendo a Juan el Bautista. Otras porciones
de los
La gran apostasía
Durante su último discurso formal, Jesús amonestó a sus discípulos acerca
del engaño venidero. “Mirad que nadie os engañe, les advirtió, porque se
levantarán falsos cristos, y falsos cristos, y falsos profesas, y aran grandes señales y prodigios,
de tal manera que engañarán, si fuera posible, aun si fuera a los escogidos”
(Mat. 24: 4, 24). Sus seguidores experimentarían un período de “gran
tribulación”, pero sobrevivirían (Mat. 24: 21, 22). Señales impresionantes de
la naturaleza marcarían el fin de esta persecución y revelarían la cercanía del
retorno de la venida de cristo (Mat. 24: 29, 32, 33). Esa apostasía debía de
ocurrir antes del retorno de Jesucristo, dijo Pablo. Era tan cierto que el
hecho de que todavía no había sucedido, era una señal segunda de que la venida
de Cristo todavía no era inminente. “Nadie os engañe de ninguna manera, dijo el
apóstol; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía y se manifieste el
hombre de pecado, el hijo de perdición el cual se opone y se levanta contra
todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el
templo de Dios como Dios aciendose pasr por Dios” (2 Tes. 2: 3-4)
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